Familia y pobreza: primer informe del Family International Monitor

Familia y pobreza: este es el enfoque en el que el Family International Monitor, constituido por el Cisf, el Istituto Juan Pablo II y la Ucam, ha concentrado su atención en sus tres primeros años de actividad, dividiendo la encuesta en dos vertientes y examinando primero la pobreza relacional y luego la pobreza económico-estructural.

“La imbricación de estos dos elementos es una prioridad a nivel mundial -explica Francesco Belletti, director científico de Family Monitor-, como también se puede comprobar analizando los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible – Agenda 2030 de Naciones Unidas”.

“El trabajo del Family International Monitor – continúa Belletti – pretende poner de relieve el papel que las relaciones familiares desempeñan en la calificación de la condición de pobreza de las personas y en la promoción de su resiliencia ante las condiciones difíciles, prestando también especial atención a los sistemas de relaciones extendidas en torno a las familias, así como a las dinámicas más macrosociales, como los lazos sociales comunitarios o vecinales, la cohesión social y la solidaridad de las relaciones cortas”.

La encuesta utilizó 90 indicadores agrupados en ocho áreas temáticas diferentes que podían proporcionar una referencia estadística general para cada país, utilizando como fuentes prioritarias el Banco Mundial y las Naciones Unidas. En cada uno de los países se identificó también un centro de investigación, que elaboró un Informe País a partir de un cuestionario, teniendo en cuenta cuatro aspectos en particular: la familia como actor económico, como sujeto educativo, como sujeto de cuidado y reciprocidad, y como sujeto de ciudadanía activa.

En este contexto, las relaciones familiares marcan la diferencia, y su resistencia o fragilidad generan resultados muy diferentes. En particular, los datos surgieron con gran claridad en el caso de las familias especialmente vulnerables desde el punto de vista socioeconómico: aquí la solidez de las relaciones familiares es un factor decisivo para evitar que caigan por debajo del umbral de la pobreza. Por último, el informe revela la gran importancia de las redes relacionales ampliadas, hecho que sugiere ir más allá de la consideración de la “familia nuclear” como único marco definitorio. En los distintos contextos analizados, las relaciones intergeneracionales y la presencia de redes relacionales significativas no parentales, como la vecindad, las amistades, las asociaciones y la solidaridad, son particularmente centrales.

En el lado opuesto, surge la presencia de dinámicas internas de fuerte desigualdad entre los miembros más fuertes en detrimento de los más débiles, generalmente a favor de los varones adultos, en detrimento de las mujeres, los menores y los ancianos. Esta dinámica tiende a correlacionarse con bajos niveles de cultura y marginalidad social. Estas dinámicas de inequidad redistributiva pueden ser contenidas y contrarrestadas por políticas públicas redistributivas, como la protección legal de las mujeres en el matrimonio y de los menores en la familia. Los datos de la encuesta indican que algunas formas de familia son estructuralmente más frágiles que otras: entre otras, aparecen las familias monoparentales, las familias con uno o dos padres adolescentes y las familias numerosas. En algunos casos, estas vulnerabilidades podrían apoyarse mejor con intervenciones asistenciales específicas.

De la encuesta se desprende claramente la necesidad de que las políticas públicas actúen con mayor eficacia en la lucha contra las fuertes condiciones de desigualdad socioeconómica, que se han constatado como crecientes en los últimos veinte años en prácticamente todos los contextos nacionales analizados.